La risa siempre ha estado muy presente en la historia del teatro, gracias a ella muchos autores han quedado inmortalizados por sus obras; sabemos que gracias a estas sátiras el teatro fue creciendo de manera indescriptible.
La supervivencia del teatro cómico se debe a aquéllos actores ambulantes que con su inteligencia supieron desarrollar el arte de la risa. La mayoría de estos maestros de la risa se aprovechaban de las creencias humanas de aquellos tiempos y creaban monólogos o diálogos en los que se involucraban divinidades y en las mismas ridiculizaban lo opuesto, es decir, el diablo; así estos personajes simpatizaban con las personas, las hacían reír de lo desconocido.
La vida es como una comedia para el hombre que piensa y una tragedia para el hombre que siente, escribió el dramaturgo inglés Horace Walpole; y por otro lado Moliere decía que el deber de la comedia es corregir a los hombres divirtiéndolos.
Tomando estas ideologías no podemos llegar a conclusiones precisas de lo bueno o malo que puede llegar a tener esas corrientes teatrales, sin embargo podemos darle otra mirada al teatro cómico; lo lúgubre de la risa, lo macabro que puede llegar a ser una pequeña torcedura cómica.
Durante mucho tiempo el teatro se utilizo como arma política para darle al público una opinión definida; muy sutilmente se inducían ideas específicas a los interesados que asistían a las puestas de escena. El teatro cómico entonces aparte de divertir a los espectadores, cumplía con el objetivo de enterrar ideas en el público con la risa como medio de transporte.
Estas ideas mayormente se trataban sobre personajes conocidos, donde se satirizaba su forma de ejercer su trabajo o sus acciones, la obra de Moliere “Tartufo” fue una de las que más penetración tuvieron pero fue censurada por el contenido tan especifico que tenia donde se caricaturizaba de hipócrita a un Sacerdote; incluso la iglesia católica amenazo con la excomunión a cualquiera que la representara o la leyera. El impacto que tuvo esta obra fue tal que llevo a dichas acciones, pues a la iglesia no le convenía en nada la puesta de Tartufo.
Hoy en día el teatro cómico ya ha perdido esta característica de ser utilizado como arma política, sin embargo podemos comprar un periódico y nos encontramos día a día caricaturas, donde los dibujantes siguen haciendo esta labor criticando en sus parodias personajes del medio político.
En la vida cotidiana algunas veces escuchamos comentarios acerca de alguna persona que nos hacen reír e incluso pueden arrancarnos una carcajada; sin embargo solo con eso nos basta para catalogar a esa persona en algo sencillamente tonto o juzgarla sin realmente conocerle.
Es aquí en donde viene la reflexión del como una simple risa puede ser un veneno muy suave que hipnotiza, pues por sencillo que parezca puede introducir ideas a nuestra mente de manera inconsciente.